Tanto si eres un ciclista de elite como un aficionado a dar pequeños paseos en bici, tu pasión por el ciclismo no se mide en kilómetros, sino en la felicidad que te provoca cada pedaleo.
No importa si comenzaste a andar en bici desde niño o si tu gusto por el ciclismo llegó a tu vida en una etapa más madura. A todos los amantes de la bici nos ocurrió lo mismo: una vez que obtuvimos el gusto por ella, nuestra forma de andar por el mundo no volvió a ser la misma.
Y no lo decimos en forma metafórica. Conforme descubrimos las ventajas y placeres de andar en dos ruedas, cada vez que tenemos que ir a algún lado, nos preguntamos “¿Cuánto tiempo me haré en bici?” siquiera antes de pensar trasladarnos en transporte público o en carro.
Es más, a veces, un simple mandado al supermercado o hasta a la tienda de la esquina, nos es más placentero en bicicleta que caminando, a pesar de ser solo uno o dos minutos de recorrido.
Pero, ¿te has preguntado a que se debe esta adicción al pedaleo? Claro que todo se resume al gusto, pero hay una pequeña ciencia tras de ello. Acompáñanos y descubre qué ocurre dentro de tu cuerpo para que se despierte tu amor por el ciclismo.
Pasión por el ciclismo, ¿gusto o adicción?
Si tuvieras que responder si tu manía por andar en bici es un gusto adquirido o una adicción, ¿qué dirías? Tranquilo, pues, en este caso, ambas situaciones están ligadas y no tienen nada de malo.
Sin embargo, debes hacer un pequeño ejercicio de memoria y recordar cómo fue que empezaste a tomar la bici como parte de tu vida diaria. Una vez que lo recuerdes, pregúntate, ¿en qué momento la necesidad de trasladarte en dos ruedas se volvió una pasión?
Hoy en día, tu necesidad por pedalear puede ocupar tal parte de tu vida que, simple y sencillamente, te llega a ser incomoda la idea de trasladarte en otro medio que no sea la bici o, sin ser tan exagerados, de no dar ese pequeño paseo diario que tanto te relaja.
La ciencia tiene una respuesta para ello. La pasión por el ciclismo, o la adicción a la bicicleta, tiene dos teorías. Ambas son fáciles de entender y muy interesantes. Te las explicamos.
Hipótesis de la distracción
Más que una hipótesis, probablemente es la razón por la que muchos comenzamos a usar la bici. El simple hecho de pedalear al aire libre tiene un efecto liberador, sobre todo, cuando nuestros trabajos o labores diarias requieren que pasemos mucho tiempo entre las paredes.
Desplazarse en bici provoca una sensación de distracción que, como resultado, hace que nuestra mente se libere por un momento del estrés. Podemos olvidarnos, aunque sea por un rato, de problemas laborales, familiares y hasta amorosos. En pocas palabras, es una actividad que permite la desconexión.
Algunos estudios indican que, entre otros beneficios, la pasión por el ciclismo logra reducir la ira, los dolores de cabeza, la ansiedad, las tensiones y, por el contrario, aumenta la confianza, el rendimiento diario, la memoria y la autopercepción.
Hipótesis de las endorfinas
Si bien la primera hipótesis podría explicar que el ciclismo es un gusto, esta segunda entra un poco más en el terreno de la adicción. Repetimos, no en el mal sentido.
La ciencia indica que, al disfrutar un paseo en bici, sin importar la distancia del mismo, el cerebro libera endorfinas que disminuyen el dolor y pueden provocar un estado de euforia. Esto último llega a ocasionar que cada vez queramos recorrer distancias más largas.
Estas endorfinas consiguen que nuestro animo mejore, al igual que reduce la depresión. Además, el ciclismo es el deporte que consigue una mayor y mejor oxigenación al cerebro, provocando que este libere dopamina.
En última instancia, es precisamente la dopamina la que está altamente ligada al placer. Es gracias a ella que podemos generar cierta adicción a aquello que lo provoca, en este caso, el deporte y, siendo específicos, al ciclismo.
Pero, como dijimos, tu pasión por el ciclismo no tiene porque preocuparte. Después de todo, en no pocas ocasiones, el deporte se utiliza como método terapéutico para curar las adicciones a sustancias dañinas. Esto, gracias a que la actividad física es una manera sana y natural de generar endorfinas.
Sin embargo, recuerda que toda actividad debe realizarse con moderación y sin exigirte de más al grado de hacerte daño. Y si quieres conocer otros beneficios psicológicos que genera el andar en bici, puedes hacerlo aquí.