Ciclismo en pandemia, ¿cómo benefició el coronavirus a la bici?

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Cuando el 2020 trajo consigo el inicio de un encierro a nivel mundial, pocos imaginamos que el ciclismo en pandemia sería el escape de muchos de nosotros a una vida más sana, móvil y sustentable.

El primer año de la crisis sanitaria por la COVID-19, trajo consigo la medida drástica, pero necesaria, de mantenernos encerrados en casa. Irónicamente, o mejor dicho, naturalmente, una acción prohibitiva lleva a que esta se quiera realizar.

En otros casos, por mucho que se quisiera respetar esta regla, en un país donde se vive con las monedas que se tenga en el bolsillo, fue necesario salir a trabajar para ganarse “el pan de cada día”, como diríamos coloquialmente.

Fue precisamente el ocio, la distracción y la necesidad, las que hicieron que el ciclismo en pandemia tuviera un incremento descomunal. Entre aquellos que encontraron en esta actividad una actividad lúdica, y los que la utilizaron como una alternativa de transporte para llegar a sus trabajos, la bicicleta fue una medicina sustentable en tiempos de enfermedad.

El encierro, irónicamente, impulsó la movilidad. Si quiere saber un poco más de esto, acompáñanos en esta nueva rodada.

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¿Por qué aumentó el ciclismo en pandemia?

La respuesta es un tanto obvia, pero se divide en casos diferentes. Por un lado, como mencionamos, estuvo aquel sector de la población que, por fortuna, no tenía la necesidad de salir de casa. No obstante, y aunque gozaran de buena salud, este encierro desató una necesidad por tener distracciones al aire libre.

Más aún, ya que el hecho de estar aislados entre cuatro paredes también generó la necesidad de movilizarse, aunque fuera para alejarse por un momento de la rutina y el aburrimiento diario. Un pequeño paseo en bicicleta se convirtió, entonces, en el escape perfecto para ellos.

El otro sector estuvo conformado por quienes no podían darse el lujo de quedarse en casa. Obreros, oficinistas, comerciantes, personal de salud, etc. Sin embargo, en busca de frenar los contagios y evitar el contacto con la gente en el transporte público, orilló a muchos a encontrar otra alternativa para desplazarse.

La bici fue el medio perfecto para ello. Andar sobre dos ruedas les permitió evadir las aglomeraciones y el contacto directo con otras personas durante sus trayectos.

El ciclismo en pandemia tuvo un despertar bastante drástico, casi rudo, debido a la necesidad de desplazarse a como diera lugar. Fue así que la bicicleta como medio de transporte se convirtió en la opción ideal de movilidad alternativa.

Tan es así, que los viajes en bicicletas aumentaron de una forma desproporcionada. Las restricciones drásticas a causa de la COVID-19 comenzaron en abril de 2020, cuando se registraban 1,996 ciclistas, número que aumentó a 6,415 pedalistas para octubre de ese mismo año. Es decir, los ciclistas se triplicaron en poco menos de 6 meses.

Pandemia, gran impulsora de la infraestructura ciclista

El cambio de paradigma en la movilización en bici orilló, por lógica, a un cambio de estrategias, planeaciones y ejecuciones en la infraestructura ciclista.

Más ciclistas significaron más viajes en bicicleta. Muchos de estos viajes tenían como objetivo llegar del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Esto provocó que las autoridades, como la Secretaría de Movilidad (Semovi), se vieran en la necesidad de crear más ciclovías para proporcionar nuevos y más seguros carriles de bici para brindar seguridad y nuevas rutas a los pedalistas.

El mejor y más importante ejemplo de esto, es la ciclovía Insurgentes en la Ciudad de México. Esta enorme ruta de casi 30 km de largo, se instauró de manera emergente el 31 de mayo de 2020. Surgió como un carril temporal mientras la pandemia llegaba a su fin. Su intención fue facilitar el ciclismo en zonas con una gran cantidad de oficinistas.

Sin embargo, fue tanta su funcionalidad y sus beneficios que, en febrero de 2022, la ciclopista sobre Insurgentes se quedó de manera permanente y ahora es una de las más largas de México.

Esto también provocó que, a nivel nacional, se pusiera mayor énfasis en la infraestructura ciclista y se instaurarán nuevos proyectos de planificación urbana. Se construyeron más de 64 kilómetros de ciclovías a nivel nacional, que, a su vez, derivó en la creación de ciclopistas canalizadas, así como en la instalación de nuevas y más señales horizontales para todas ellas.

Transporte no motorizado, gran auge

En la pandemia, los viajes en bici aumentaron un 221%, un número que se vuelve todavía más impactante al saber que los traslados en coche y en transporte público se redujeron un 50%. Claro, esto también llevó a una mayor compra de bicicletas.

Según datos del Banco de Información Económica del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en octubre de 2020 se manufacturaron en México 111,700 bicicletas.

Otros transportes que incrementaron sus ventas fueron las bicicletas eléctricas o e-bikes y los scooters eléctricos, pues sus usuarios, además, cuentan con el beneficio de poder circular dentro de las ciclovías de la capital.

En resumen, esta crisis sanitaria fue uno de los eventos más drásticos que hemos vivido en tiempos actuales. No obstante, también sirvió para dejar en claro la necesidad de contar con una mayor y mejor infraestructura ciclista.

El ciclismo en pandemia representó un escape al encierro, pero también ayudó a que más personas adquirieran un gusto por la bicicleta tras mirar los distintos beneficios que andar sobre ella les otorga en sus vidas diarias.

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